Hace algún tiempo buscando en los viejos libros encontramos este texto, que queremos compartir con Uds. por su belleza descriptiva.
El doctor Víctor Pérez Petit al evocar nuestras Sierras dice: "La naturaleza en un desborde de vida, con una exhuberancia que aplasta, ha vestido la Sierra con enormes macizos de montes. En el camino empinado y tortuoso surgen en sus recodos perspectivas deslumbradoras. Traspuesto un cerro, aparece otro detrás más alto e imponente. En medio, una profunda hondanada se cubre con un mar irritado de arbustos espinosos; en otros parajes la hondonada se convierte en precipicio y la mirada experimenta un vértigo al mirar allá abajo las entrañas de la Sierra.
Ah!!, vengan aquí, los amantes de las perspectivas únicas, los enamorados de las cumbres y de los despeñaderos, los que sueñan con selvas y montañas, con todos los esplendores de la naturaleza. ¡Vengan cuantos ignoran nuestra tierra, los que viven ilusionados con las bellezas de otros países! Aquí hallarán maravillas para satisfacer el espíritu mas exigente.
El camino a través de la Sierra serpentea entre malezas cada vez mas tupidas, se incrusta entre el monte, contornea las rocas, festona el abismo. Y así sigue, aquí se alza un Cerro, allá enfrente otro y otros mas; alfombran el suelo macizos de culandrillo, revisten los huecos los calados helechos y de pronto desde una altísima grieta de la roca, entre árboles enormes y girnaldas de enredaderas se descuelga una cascada de flecos de plata.
Seguimos avanzando y llegamos a un recodo, bajo una glorieta natural de grandes árboles, desde la cual se abre gigantesca hondonada que arrebata la imaginación. Mas allá los cerros, trepan sobre los cerros una escalada ciclopea, bárbara, fantástica.
Y el altísimo de las Animas se yergue sobre todos los demás, imponente, huraño, sin verdura ya todo constelado de piedras, desnudo y desolado como un titán.
Volvemos grupas al río. La llanura se extiende ante nosotros. Como el sol declina ya, la sombra de los enormes y desiguales centinelas se acuesta sobre la tierra. Prodigiosos efectos de luz y de sombras se pintan en la serranía. Vibrantes toques de purísima esmeralda contrastan con los tonos acerados de las cumbres.
En las encrucijadas de las montañas el verde se hace opaco, se torna violáceo, degenera en la noche. En las cúspides se deslíe el humo azulado del atardecer.
Hay una paz idílica, un enorme silencio que invita al recogimiento. Yo os aseguro que esa excursión siguiendo la senda abierta, es maravillosa. Cuanto se diga en loor de estos extraordinarios paisajes resulta pálido ante la realidad. El ánimo del viajero marcha en suspenso, de maravilla en maravilla recogiendo las más soberbias impresiones, de esa naturaleza indómita y salvaje. Es soberbio y encantador! "
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